miércoles, agosto 09, 2006

Sin título

Basado en una historia casi real.
La vida se le convertía en largas imploraciones de cielos, astros, lunas y una bóveda de estrellas presas en un rompecabezas hebreo. La palabra la utilizaba poco, hablaba con su guitarra, con un arpegio que silenciaba la palabra de los otros. Siempre sonreía. Su sonrisa era una máscara, sonreía por costumbre, saludaba con gracia y con un gentil gesto, creí ver en él una mueca contenta con todo y simultáneamente una dimensión que debajo de la mueca esperaba ajena a este mundo, a este globo lleno de mística ligera, de tesoros ocultos, de mundos paralelos en el mismo plano. A lo mejor, dentro de esta sociedad motorizada por el dinero perdimos lo que nos quedó de animales, lo que en cierto modo nos unificaba dentro de un todo. Somos en esencia singulares, amargamente o amadamente solitarios, y el banderín de la competencia nos silencia el alma, y el alma la vomitamos constante, y el alma nos incomoda y es una huevada inútil. Tal vez quiso pedir una mano que le extendiera ayuda, un sentimiento o sentir que éramos como él, de hueso, pero cuando lo hacía notaba que el frío fragante imperaba nuestros corazones y supimos que somos igual a él, pero que aceptamos no serlo y ser inverso a nuestra naturaleza. Optó por la muerte, pero la vida le dio otra oportunidad para vivir, y rondaba un jardín de alegría en su corazón. Le dijeron que 18 años de vida era muy poco, él pensó que era mucho. Miró al cielo, por instantes el silencio le convenció. Al final se dio cuenta que después de la muerte hay otra vida, prefirió esta, para no comenzar una nueva. Yo no escogí, he querido sumergir la otra en la nada.

2 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Where did you find it? Interesting read » » »

12:27 p.m.  
Blogger Incógnito dijo...

Para que el olvido no borre esta dedicatoria. Espero que estes bien compadre

8:54 p.m.  

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