Mini guerras

En estos días acabamos de tener una prueba cototuda de historia. Trataba sobre las guerras mundiales, la revolución rusa y la crisis del 29. El suspenso y expectación por este gran evento en que miden tus habilidades llevó a un colapso nervioso que derivó exactamente de la materia y los periodos de entre guerras que convenían para el examen. Así dentro de mi curso, existieron los que apoyaban el totalitarismo fascista, y los que a gran escala, eran comunistas hasta la punta de los pelos. Rojos y nacionalistas libraron una batalla inmensa reducida en una sala de clases, pero en proporción, la guerra era total y del pueblo, además de democrática. Inventamos los proyectiles de papel, las cáscaras de naranja, las de plátano y las tapas de las botellas de Coca Cola. Todo este armamento pesado despegaba de las manos de los rivales, que sin compasión se destruían y herían como bestias apocalípticas. Por cada segundo los papeles se estrellaban en contundentes paredes de cemento o en rostros de piel.
Recuerdo que mi profesora de historia, inspiradísima con esta clase manifestaba que ella nos enseñaba para que no cometiéramos los errores del pasado, para que el horror nunca se viviera en tales magnitudes, ella lloraba con las muertes de estas batallas, nosotros preocupados en la majestuosidad de los aviones, en las turbinas que como serpientes de fuego chorreaban el cielo tranquilo y blanco, en el alcance de un V2 , en los mísiles que imitan estrellas y sueños fugaces...
... hemos sido en todo su sentido, una mala generación.