martes, junio 05, 2007

El poema del Vanidoso infeliz

Quisiera decir de mi persona,
que mi pelo cae, pero no por simple manifestación genética,
sino que porque soy un himno a la libertad y mis cabellos
tienen el flagelo del aventurero que volverá a los parajes
de donde desenvuelve su capucha de niño, y de donde casi el
vientre de la madre desconoce al olvido

Y mi piel se arruga, pero no por vejez,
sino porque se presta para ser una tela en donde
el tiempo plasma su obra de arte, en donde mis ojos
se descoloran como una tránsfuga brisa.

Y mis dientes caen, como la lluvia del cielo,
para dar testimonio de que en mi boca Dios
también se atormenta ;)

Y decir que no era feliz, porque mis pelos eran libres
y porque mi piel precipitaba al óleo del tiempo,
me da un cierto orgullo para afirmar que la belleza radica
en lo que se va desprendiendo. En lo que muere a diario.

domingo, junio 03, 2007

El Cholo


Este es mi perro, “el cholito” le decimos, pero la verdad es que no tiene nombre. Llegó un Sábado cuando con mi familia salimos de paseo. Lo habían tirado por la reja, con un plato de arroz de color azul. No sabíamos que íbamos a hacer con él, que estaba muerto de frío y de miedo. Lo llevamos a la iglesia, porque mi otro perro el Boby no le tenía mucho cariño, pero allá en donde convergen los buenos feligreses no lo quisieron, debió ser por su aspecto desaliñado, y por su fuerte olor a café (odié su incongruencia religiosa, y después me odie a mi, por ser más incongruente, asi que me condeno y no me perdono). Entonces acordamos buscarle un hogar, pero mientras se quedaría con nosotros (y se quedó). Así, han pasado tres semanas y cuatro días y a veces es mordido por el boby, a quien retamos y castigamos para que no lo vuelva hacer, y es cierto que ya no lo hace con la misma brutalidad con la que lo hacía al principio, ahora el mordisco es más sutil. Hoy los vi compartiendo de lo lindo, y a ambos les da por lesiar a la cucha, (la gata de la casa), y también por tirar sus chuchadas en las noches con otros perros que se acostumbraron a la calle
Y la verdad del cholo es que tiene un espíritu aventurista, siempre trata de salir para la calle, como si allá estuviera su destino, su suerte y su paraíso. Le trató de explicar que se equivoca, pero el es un convencido de que en las veredas transitan ángeles y animales amables, y menea su cola para todos los lados, su cola que es un rabo pequeñito. Y me da miedo que un día se me escape, que salga a buscar su vida, que busque su destino y que termine bajo la rueda de un camión industrial. Y que después se tire como cualquier trapo, que se lo lleve la basura, que su cuerpecito se triture, que mientras agonicé su mente hierba condenando el gran e imbatible paraíso de la vida, amena y plena vida en la que ni al cholo ni a mi nos preguntaron si queríamos vivir.