miércoles, marzo 29, 2006

Pacto de barro (entre una teoría y otra)


Las caracolas silbaban en el infinito su drama de miles de colores, y se formaba una tormenta brillante que se abría al centro y chorreaba energía entre sus costados inferiores, el tiempo y su barrera se minimizaban.
-Una millonésima de segundo: La temperatura baja 1013 grados. Cuarks y anticuarks se combinan para formar las partículas elementales, protones, neutrones y otras con sus respectivas antipartículas.
-Otra millonésima de segundo: La materia y la antimateria chocan mutuamente sobrando como resultado, los átomos naturales.
-Millones de años: La tierra gira alrededor del sol.

Los viejos fumaban unas pipas y soplaban dibujos de humo. Se balanceaban sobre el respaldo de la silla que crujía como pito, y continuaban aspirando y soplando desde su garganta arrugada una niebla media blanca.
-Sin duda, tenemos que echarle aceite a estas mierdas- dijo uno de los ancianos rompiendo por fin el silencio.
Pero no hubo respuesta. Un segundo. No hubo respuesta. Otro segundo y el humo ascendía por las cavernas de los pulmones y se instalaba en el corazón. Otro segundo. No hubo respuesta salvo un suspiro que se consumió en el aire. Dos, tres, miles de segundos y las sillas comenzaban a crujir de nuevo, y el viento azotaba las cortinas contra la pared. No hubo respuesta. Pasaron años, los viejos se pararon, se cubrieron la cabeza con sombreros y se estrecharon las manos. No dijeron nada aunque sus narices liberaron un soplo gris. El tiempo rodó a través de una viga… y cayeron derretidos, como en el principio, convertidos en barro.

-Una millonésima de segundo: Cuarks y anticuaks se combinan. Silban las caracolas y se tallan los colores de la tormenta que viaja rozando los pelos de las estrellas antiguas.
-Segundos después: El pasado se arruga en una niebla espesa la cual asciende por entre los pulmones y se sienta en el corazón, por las afueras libera materia e información.
-Fracciones de segundo: las mentes se juntan y flotan por el espacio, vagando en el universo por la eternidad.

viernes, marzo 24, 2006

En otoño

En otoño, se abre la luna de costado
cae con brío, de su capucha la brisa
y en el suelo, allí botadas
crujen las hojas


En otoño, se asoma por el lindero
el aura sobre el soplo
y se despeina en un cuento

el cabello sedoso de la felicidad

Allí, bajo cada hoja amarilla
se refugia un poco de alegría
con el brote verde del rocío y el agua

fluyendo por la cavidad del heno

En otoño, cuando se mueren los caminos
y los pájaros cantan ópera dramática,
cuando se silban y se funden los otoños
de cada estación y los mil días
cuando se arrugan,
las palabras con el silencio ...

miércoles, marzo 15, 2006

Nacimiento

Su piel descansaba sobre su canto de huesos finos y punzados, sus arrugas moldeaban lujuria y celos y sus ojos, una estrecha mirada desconfiada que hospedaba el miedo cuando sus pepas negras brincaban en el globo.
Entre sus manos apretaba, fuertemente contra su pecho, un frasco ordinario y despreciable que, sin embargo aguardaba con mero cuidado. En su interior había una variedad de pelos de colores.
-Muchas desgracias me traería el bendito frasco si se abriera- solía decir la anciana cuando un soplo le acariciaba las canas y le revolvía el peinado. Y vivía con el frasco en el pecho, solitaria, en un valle rodeado de lomas anchas. Cada día preparaba la tierra para las siembras, con el sol de testigo que le quemaba su flacuchenta espalda. En la noche trabajaba bajo el resplandor de la luna que lucía un vestido de lienzos transparentes, y se acompañaba de la brisa, y a veces murmuraba suspiros. Entonces la mujer estrujaba los poros de su rostro y se limpiaba la cara con un trapo rugoso. Por siempre sembraba el cultivo que recogía cada temporada. Pero un día la anciana escarbó la tierra con una cuchara oxidada, tan profundo cavó que bajo la hondura habitaba una serpiente acoplada como un círculo en su madriguera. Asustada por la arrastrada criatura que ahora se cuadraba hacia sus costados, la anciana, con criterio de guerrillero, tapó con puñados de tierra a la culebra intentando ahogarla. Pero esta se escabulló entre sus piernas y le mordió una pantorrilla. La mujer cayó espantada gritando el dolor, haciendo esfuerzos para recoger el frasco que rodaba por el fango. La serpiente iluminada por el fogoso sol apretó la botella con sus escamas rojizas y con una energía extraordinaria rompió el frasco. Los pelos volaron mientras un soplo los atendía y los esparcía por los senderos. Tan pronto sucedido esto los pelos cayeron como semillas en la tierra, y surgieron como cultivos en los llantos de las espesuras, las primeras personas de la tribu.